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lunes, 20 de julio de 2020

Antonio Rodríguez de las Heras, In Memoriam.


Antonio Rodríguez de las Heras, In Memoriam
Published on 14/07/2020

La profesora Luz Neira glosa la figura de Antonio Rodríguez de las Heras, Catedrático emérito del Departamento de Humanidades: Historia, Geografía y Arte, fallecido recientemente a causa del COVID19.


Antonio Rodríguez de las Heras nos dejó el pasado jueves 4 de junio, cuando tenía muchas vivencias personales que disfrutar y proyectos profesionales que realizar. Desde aquel día un auténtico clamor de dolor por su fallecimiento y, al tiempo, un sinfín de entrañables muestras de admiración y sentido cariño hacia su persona por parte de quienes tuvimos la inmensa fortuna de conocerlo inunda las líneas telefónicas, los correos electrónicos, los mensajes de WhatsApp, los medios de comunicación tradicionales y las redes. Aun con la incredulidad sobre su marcha, no hemos podido expresar en persona ese sentimiento de pena y tremenda tristeza por la pérdida del maestro y amigo a su queridísima Nani y a sus hijos Teresa, Lucas y Clara, a toda su querida familia, no hemos podido abrazarnos ni recordar juntos su bonhomía. Paradojas de la vida, las redes en las que, como en tantos aspectos fue pionero, han servido de vehículo al pesar que invade a quién ha conocido y tratado a Antonio y a la merecida alabanza de su magisterio y extraordinaria personalidad.
Catedrático Emérito de Historia Contemporánea en el Departamento de Humanidades: Historia, Geografía y Arte de nuestra Universidad, el profesor Antonio Rodríguez de las Heras había iniciado su trayectoria académica en la Université de Pau, en la Sorbonne y en la Universidad de Extremadura, con cuyos colegas seguía manteniendo una estrecha vinculación profesional y personal con lazos de afecto mutuo. Prueba de ello fue su nombramiento como Doctor Honoris causa por la UEX en el año 2018, una jornada de reconocimiento y completa felicidad, pues el acto congregó a su gran familia, a los amigos de su fructífera etapa en Extremadura y a los colegas de las dos universidades a las que había dedicado su actividad académica. En aquel emotivo acto muchos fuimos testigos de la profunda huella que Antonio había dejado en Extremadura y el inmenso cariño que le seguían profesando aun casi 30 años después sus compañeros y amigos, tal y como han mostrado estos días en las redes.
En 1991, tras obtener el prestigioso Premio Fundesco de Ensayo con su emblemático libro “Navegar por la información”, asumió el reto ilusionante de diseñar y planificar las Humanidades en la recién fundada Universidad Carlos III de Madrid, primero con el objetivo de incorporar enseñanzas humanísticas en todas las licenciaturas para lograr así una formación completa y transdisciplinar que pretendía ahondar en la reflexión y el pensamiento. En 1995 vendría la realización del Plan de Estudios de la licenciatura en Humanidades, unas Humanidades de nuestro tiempo, contribuyendo algunos años después también a la configuración de los estudios de Periodismo. No en vano sus inicios, siendo muy joven, habían transcurrido en la prensa escrita, realizando entrevistas a personas del ámbito cultural para ABC. Una época de la que con gran cariño contaba anécdotas fascinantes.
En aquellos primeros años en la Universidad Carlos III fundó el Instituto de Cultura y Tecnología, espacio para la investigación, reflexión y discusión intelectual en el que, según su perspectiva transdisciplinar, tienen cabida las actividades de un nutrido equipo de profesores, historiadores de todas las etapas de la historia, historiadores del arte, de Estética, Filosofía, Literatura, Periodismo, Comunicación, Derecho e Ingenierías. La concepción del Instituto refleja hasta qué punto Antonio Rodríguez de las Heras creía ya desde el principio de los años noventa en la conjunción de las Humanidades y la Tecnología, porque, lejos de la división insalvable en esa época entre materias, era un hombre de Letras y un hombre de Ciencias, sin duda por la influencia que en su formación tuvo el hecho de que su padre fuera muchos años Director del Laboratorio Oceanográfico de Vigo, ciudad en la que nació.
Sobre este perfil inusitado ya en los ochenta, él mismo recordaba cómo siendo profesor en Cáceres fue el primero en poseer y utilizar un ordenador que, lejos de los portátiles y tablets de hoy en día, era en realidad una auténtica máquina de grandes dimensiones que ocupaba todo el despacho, como si fuera el laboratorio de un profesor de Ciencias experimentales. Más allá de la anécdota, un rasgo que da idea del curriculum profesional de Antonio Rodríguez de las Heras es el hecho de que tenía varias patentes, algo inusual en un Catedrático de Humanidades, del que solo fuimos conscientes los miembros del ICyT al elaborar una memoria para la captación de financiación del mismo. Ante la sorpresa de los profesores que estábamos recopilando los CV y las actividades para formular la solicitud, Antonio con su característica sencillez casi se sonrojó al confirmarnos aquel número de patentes que para los de “Letras” solo poseían los investigadores dedicados a las ramas de Ciencias.
En el Departamento de Humanidades Antonio fue integrando en el equipo destinado a impartir las materias del Plan de estudios diseñado por él a quienes nos incorporamos a la Carlos III en los años noventa y en el Instituto de Cultura y Tecnología a todos los que comenzamos a participar en proyectos novedosos como la Historia Interactiva de la Humanidad, el proyecto Kairos, ADA-Madrid y muchos otros más, donde muchos escuchamos por primera vez y pusimos en práctica conceptos como la información plegada, el sistema hipermedia, la interfaz y tantos otros. Además del reto que suponía poner en marcha aquella licenciatura en Humanidades y/o participar en proyectos tan poco convencionales que tenían como esencia la transferencia y la difusión de las investigaciones entre la ciudadanía en la ya denominada sociedad del conocimiento a través de sistemas y plataformas tecnológicas, el profesor Rodríguez de las Heras era un auténtico anfitrión en el sentido literal del término griego, escuchándonos y prestándonos, a cada uno de nosotros, una atención que, con independencia del rango académico, siempre te hacía sentir especial.
De su cercanía y naturalidad dio prueba de nuevo en su fructífera etapa como Decano de la FHCD. Al dejar el decanato, todavía recordamos el homenaje espontáneo que profesores de todos los departamentos y estudiantes de Humanidades, Periodismo y Biblioteconomía y Documentación le brindamos en el edificio 14.
Sus investigaciones han sido difundidas en publicaciones científicas, Seminarios, Congresos y conferencias en universidades, centros de investigación y otros foros académicos de todo el mundo, también en medios de comunicación escritos y digitales. Interesado por los grandes temas que afectaron y afectan a la humanidad desde los orígenes al tiempo presente – es preciso no olvidar que fue profesor también de Prehistoria en la UEX -, Antonio Rodríguez de las Heras se sentía atraído por los orígenes del género Homo, la evolución, la avidez de conocimientos de la especie humana que primó sobre el riesgo en el proceso de poblamiento del planeta, los descubrimientos tecnológicos, los muros, el viaje, la navegación, las grandes catástrofes, tema al que aludía en su último artículo publicado a mediados de marzo. Fue pionero al iniciar tres líneas de investigación enfocadas desde la transdisciplinariedad, sello de sus trabajos, como fueron el análisis del discurso, la fotografía como fuente de memoria, la transformación del mundo analógico en digital y su relación con la cultura, que se plasmaron, entre otros, en Metáforas de la sociedad digital (2015) y La red es un bosque (2017).
Del mismo modo que conjugaba en su persona el interés por las Humanidades y la Tecnología, estrechamente ligada a sus investigaciones y la difusión de las mismas la docencia era fundamental en la actividad académica de Antonio, a la que prestaba la máxima importancia sin reparar en dedicación personalizada, atendiendo a cada estudiante con el mayor respeto y exquisita consideración. De su análisis siempre certero, sus reflexiones, su tono mesurado, su magisterio en definitiva han sido receptores y beneficiarios decenas de promociones de licenciaturas y grados en Humanidades y Periodismo, de másteres como el de Medea, Gestión Cultural, Herencia Cultural, Teoría y Crítica de la Cultura, Creación Teatral e Innovación Educativa en la UC3M, así como de otros muchos de universidades españolas y extranjeras, y de MOOCs.
A su inteligencia y lucidez, se suma en Antonio el don de la palabra, con lúcidas metáforas que en las aulas, reuniones, seminarios y foros de diverso tipo tanto en un escenario presencial como en el mundo virtual siempre cautivaban a sus estudiantes e interlocutores, desde los más jóvenes a los de mayor experiencia.
Quisiera a este respecto mencionar su papel decisivo en el inicio de los Cursos para Mayores, ahora denominados UC3M Senior, cuando en 1995 al comenzar la licenciatura en Humanidades tres personas adultas, vecinas de Getafe, se dirigieron a él como responsable de las materias humanísticas para solicitar asistir a las aulas dedicadas solo a los jóvenes. Dada su sensibilidad y su firme convicción sobre la democratización y acceso del conocimiento a la ciudadanía fue el primer profesor que impulsó la organización primero de los Cursos de Aula de Educación Permanente, a los que se sumarían posteriormente Universidad para Mayores, Cursos Monográficos de Especialización, Cultura y otros Seminarios. En todos ellos ha participado desde entonces con gran entusiasmo y dedicación, siendo alabada también por todos nuestros estudiantes Senior no solo su excelencia académica, sino también la consideración, la claridad en la exposición y la sencillez, características del maestro.
Con su marcha, perdemos su magisterio, sin que él pretendiera nunca imponerlo, ya que su auctoritas procedía del reconocimiento que le profesamos quienes tuvimos la fortuna de conocerlo y tratar con él – perdemos su perspectiva, perdemos el influjo de sus palabras, su saber estar en la vida y perdemos su orientación, sus certeros consejos y su entrañable amistad, la de un hombre bueno.
La sabiduría, como se presupone en el sabio concentrado en sus investigaciones y experimentos, no alejó sin embargo al maestro de las cuestiones cotidianas que afectan a la familia, los amigos, los compañeros, los discípulos y los estudiantes. Para todos tenía cariño, amabilidad, tiempo y atención especial.
En ocasiones solo la pérdida nos hace valorar en su justa medida al familiar, el profesor, el compañero, el amigo que hemos perdido. No es el caso. Como único consuelo a quienes tuvimos la inmensa fortuna de conocer y tratar a Antonio Rodríguez de las Heras nos queda el hecho de haber sido conscientes todos estos años del privilegio que suponía contar con Antonio, una persona excepcional, entre nosotros.
Creador de una gran escuela de discípulos que en la actualidad desarrollan su actividad en diferentes instituciones académicas de España, Europa, América y Asia, y de los que siempre se sintió profundamente orgulloso, la Universidad Carlos III debiera velar por mantener vivo el legado de Antonio Rodríguez de las Heras.
Antonio, te vamos a echar muchísimo de menos. Buen viaje, Maestro.
 Luz Neira es profesora titular de Historia Antigua en la UC3M.

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