Pasado el verano y cuando se aproximan los fríos y nieves invernales, los rebaños vacunos de Moralzarzal que pasaron el estío en los pastos de altura de la Sierra del Guadarrama, vuelven a bajar al valle donde, con las lluvias otoñales, comienzan a proliferar los arroyos, florecen nuevamente las praderas y el clima es más benigno.
Por fortuna aún se conserva en esta pequeña y bonita localidad serrana y sus alrededores un representativo reducto de ganadería, tanto de producción cárnica como de ganado bravo, que mantiene el antiguo ambiente rural de la zona, donde este sector económico tuvo tiempo atrás una importancia capital para el desarrollo de la comarca.
Es un disfrute pasear por los caminos de Moralzarzal, cruzando tranquilamente cerca del ganado vacuno que acostumbrado a los paseantes no se inmuta y se limita a seguirte con la mirada, en previsión de que puedas acercarte a alguna de las crías; en ese momento es cuando estos animales pueden volverse realmente peligrosos.
Antonio González de la Huerta
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