El pasado día 28 de enero un grupo de
socios de Almucat nos desplazamos a
la Imperial Toledo para realizar una visita de carácter cultural. Solamente voy
a comentar la visita que hicimos dentro de la catedral a su Sala Capitular,
recién restaurada y que lucía con todo su esplendor.
Por iniciativa del Cardenal Cisneros en el siglo XVI fue creada la nueva sala
capitular con dos estancias, una antesala y la sala propiamente dicha,
sustituyendo a la antigua que estaba en la Capilla Mozárabe.
La antesala
capitular fue edificada por Enrique Egas y Pedro Gumiel entre los años
1504- 1512, con una portada esculpida por Copín de Holanda. Su interior es de
estilo “Cisneros”, combinación del gótico flamígero y último mudéjar. De forma
rectangular donde los laterales están cubiertos por armarios, que sirven para
archivar las actas capitulares. Los del muro izquierdo, labrados entre 1549 y
1551, por Gregorio Pardo a instancias del cardenal Silíceo, los de enfrente son
copia de 1780 realizados por Gregorio López. Las pinturas murales del friso
tienen una decoración vegetal realizado por Luis Medina, Diego López y Alonso
Sánchez según las trazas de Juan de Borgoña en 1511. La portada de entrada a la
sala capitular realizada en 1510, es de yeserías moriscas o mudéjares.
Entrando en la Sala Capitular destaca el artesonado dorado y policromado,
realizado por el famoso tracista y tratadista Diego López de Arenas y ejecutado
por Francisco Lara. Está rodeada esta sala por pinturas al óleo sobre el muro
de yeso, que representan trece escenas de la Vida de la Virgen y la Pasión de
Cristo, separadas por columnas fingidas, pintados por Juan de Borgoña en 1508.
Debajo de estas pinturas se encuentra la
serie de 32 retratos de los arzobispos toledanos, pintados por Juan de Borgoña.
A partir del Cardenal Tavera, lo ejecutaron insignes pintores, como: Comontes,
Carvajal, Tristán, Rizi, Goya ó Vicente López, entre otros. La silla Arzobispal
es obra de Copín de Holanda realizada en 1509.
La eliminación de los
numerosos repintes al óleo, de las infinitas capas sucesivas de cola orgánica,
de los barnices con mezclas de aceite de linaza depositados durante siglos y de
los diferentes estratos de aceites y resinas han devuelto el color, la luz, la
perspectiva y la tridimensionalidad de las escenas de los frescos pintados
magistralmente por Juan
de Borgoña a principios del siglo XVI bajo el artesonado
mudéjar de la Sala Capitular de la catedral de Toledo.
Un equipo de 32 especialistas ha logrado el
rescate de esta sala que había llegado a nuestros días en la penumbra y la
opacidad, hasta no distinguir el auténtico Juan de Borgoña en las escenas
dedicadas a la Virgen y el Episcopologio que recorre la Sala Capitular, «un
lugar emblemático que ha albergado durante 500 años reuniones de nuestro
cabildo; muchos deanes y muchos cabildos»
Las labores de restauración,
que se han realizado durante casi un año con una inversión de unos 600.000
euros, se han centrado en el arreglado de las grietas estructurales aparecidas
en los muros y en fijar la capa pictórica desprendida en algunas zonas de la
sala. De igual modo, y tras una limpieza físico-química, se ha abordado una
reintegración cromática de las lagunas pictóricas y los desgastes producidos a
lo largo de los cinco siglos con los que cuentan.
La peculiaridad de este
trabajo emblemático radica en ser la única obra que este pintor de tabla y
caballete realizó al óleo sobre los muros de yeso de este espacio creado por
el Cardenal Cisneros.
Mientras en la parte superior Borgoña representó trece escenas de la Vida de la
Virgen y la Pasión de Cristo, separadas por columnas
fingidas, la inferior la conforman una serie de retratos de los primeros
arzobispos toledanos.
José Luis Muñoz
Presidente
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